Es bastante difícil imaginar un túnel de 150 millones de kilómetros de largo. Más difícil es imaginar que por ese túnel fluyen partículas de alta energía que, viajando a la velocidad de la luz (300 mil kilómetros por segundo), demoran poco más de 8 minutos en ir de un extremo al otro. Si a eso le agregamos que en uno de sus extremos se encuentra una estrella (el Sol) y en el otro nuestro planeta (la Tierra), el concepto parece extraído de una novela de ciencia ficción. Sin embargo, estos portales no solo existen, sino que son mucho más comunes de lo que se esperaba.
Los científicos han denominado este fenómeno como Evento de Flujo de Transferencia (o FTE, por Flux Transfer Event). Uno de los científicos de la NASA que ha estudiado estos portales dice que “diez años atrás estábamos seguros de que no existían, pero ahora la evidencia [de su existencia] es incontrovertible”. Estos portales se forman sobre el lado de la Tierra que enfrenta al Sol, es decir, durante el día. El campo magnético de nuestro planeta se comprime debido al potente campo magnético del astro rey, aproximadamente cada ocho minutos. Estos gigantescos campos se fusionan durante unos instantes, dando lugar a estos portales que permiten el fluir de partículas.
Las dimensiones de estos túneles son impresionantes. Tienen un diámetro del tamaño de la Tierra y se extienden a lo largo de la distancia que separa a nuestro planeta del Sol. Se originan en los alrededores del ecuador terrestre y luego se van extendiendo hacia los polos. En Diciembre lo hacen hacia el Polo Norte y en Julio hacia el Polo Sur. Los científicos aún no saben por qué se forman cada 8 minutos.
La existencia de estos portales está libre de toda duda. De hecho, cuatro naves espaciales Cluster de la NASA y cinco sondas THEMIS de la agencia espacial Europea han volado a través de estos, rodeándolos y midiendo sus dimensiones mientras que realizaban análisis de las partículas que viajan por su interior.
Las evidencias son innegables, pero los científicos reconocen que aún deben encontrar respuestas a muchas cuestiones relacionadas con estos portales. ¿Por qué se forman cada 8 minutos? ¿De qué manera giran los campos magnéticos en su interior? Lo cierto es que, mientas lees esto, un túnel a lo “Stargate” se abre sobre nuestras cabezas, conectándonos con el Sol. ¿Servirán para algo o es “solo” una curiosidad física? Ya veremos.
Los científicos han denominado este fenómeno como Evento de Flujo de Transferencia (o FTE, por Flux Transfer Event). Uno de los científicos de la NASA que ha estudiado estos portales dice que “diez años atrás estábamos seguros de que no existían, pero ahora la evidencia [de su existencia] es incontrovertible”. Estos portales se forman sobre el lado de la Tierra que enfrenta al Sol, es decir, durante el día. El campo magnético de nuestro planeta se comprime debido al potente campo magnético del astro rey, aproximadamente cada ocho minutos. Estos gigantescos campos se fusionan durante unos instantes, dando lugar a estos portales que permiten el fluir de partículas.
Las dimensiones de estos túneles son impresionantes. Tienen un diámetro del tamaño de la Tierra y se extienden a lo largo de la distancia que separa a nuestro planeta del Sol. Se originan en los alrededores del ecuador terrestre y luego se van extendiendo hacia los polos. En Diciembre lo hacen hacia el Polo Norte y en Julio hacia el Polo Sur. Los científicos aún no saben por qué se forman cada 8 minutos.
La existencia de estos portales está libre de toda duda. De hecho, cuatro naves espaciales Cluster de la NASA y cinco sondas THEMIS de la agencia espacial Europea han volado a través de estos, rodeándolos y midiendo sus dimensiones mientras que realizaban análisis de las partículas que viajan por su interior.
Las evidencias son innegables, pero los científicos reconocen que aún deben encontrar respuestas a muchas cuestiones relacionadas con estos portales. ¿Por qué se forman cada 8 minutos? ¿De qué manera giran los campos magnéticos en su interior? Lo cierto es que, mientas lees esto, un túnel a lo “Stargate” se abre sobre nuestras cabezas, conectándonos con el Sol. ¿Servirán para algo o es “solo” una curiosidad física? Ya veremos.
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